viernes, 27 de julio de 2012

LA DIVERSIÓN DE LOS JÓVENES EN LA FAMILIA

En el marco del mes de la familia, es necesario reflexionar sobre un elemento fundamental en la sana vivencia de toda familia, y de manera particular en una familia cristiana: la diversión como un medio para fortalecer las relaciones entre los jóvenes y el resto de la familia.

  • Estad siempre alegres, os lo repito, estad siempre alegres (Flp.4, 5)
Todavía algunos podemos recordar:
- Jugar con nuestros papás (aunque sea algunas “jupas: juego de golpear la bola solo con la cabeza y hacer anotaciones…)
- Ir a caminar juntos un domingo después de misa para “descubrir” un riachuelo o comer jocotes;
- Ir “mudados de domingo” (antes había un modo de vestir para el domingo) a tomar un bus para ir a comer algo en alguna sodita,
- Ir a una excursión con el equipo del barrio y comer gallos de huevo, jugar dominó en noches largas, juegos de mesa, o pirinola; entre algunas actividades recreativas.

Ante el desarrollo de nuestras vidas y el progreso económico de nuestros pueblos, los momentos para divertirnos desaparecieron paulatinamente, con la excusa de que eso es “solo para los niños”. Y el maestro Tiempo, nos demostró que entre menos espacios de recreación o unión familiar, va creciendo la desintegración familiar. La recreación en la familia es una necesidad que fortalece los vínculos emocionales de sus miembros y que permite unir las generaciones: niños, jóvenes, adultos y adultos mayores.

El día de descanso, más que un mandamiento, es una necesidad vital para el sano desarrollo de la vida humana. La fuente de donde mana el descanso, es el mismo Dios, lo cual produce una alegría existencial que no se limita al plano individualista sino que se desborda en los demás. El tiempo libre, que en la antigüedad era considerado como el tiempo para la sabiduría (así se denominaban las escuelas en la antigua Grecia: Ocio), tiene para el cristianismo, un gran valor, ya que no es tiempo perdido, sino que posee unas virtualidades educativas específicas, y el Beato Juan Pablo II, en la Exhortación Apostólica, Familiaris Consortio, n. 76 pedía “potenciar y valorizar el tiempo libre de los adolescentes y orientar sus energías”

La Iglesia, es mensajera de la alegría del Amor pleno que Dios tiene por la humanidad, y urge rescatar la alegría en las familias, por ello la sana diversión permite al cristianismo mostrar su dimensión alegre, dimensión que los jóvenes con su naturalidad están llamados a recordarnos a los adultos que, además de ser padres, madres o encargados “proveedores” de sus necesidades básicas, los jóvenes necesitan amor, y durante el tiempo libre de nuestros trabajos remunerados, podemos compartir ese tesoro, como un medio de comunión en las familias para fortalecer los lazos de hermandad y solidaridad





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